lunes, 1 de julio de 2013

¿Cómo decidí ser padre?

Con mi esposa no fue fácil tomar la decisión de tener un bebe. Desde mi punto de vista yo sentía la necesidad de ser padre joven y con la suficiente energía para realizar muchas actividades que yo no pude realizar con mi papá. Siempre imaginé jugar, correr, cantar, bailar y pintar con mi hijo o hija.

Otras de las razones para tener un bebe, aunque parezca algo descabellado, fue la "inflación". Los padres tienen el rol de ser proveedor y  socialmente se considera como "buen padre" a todo hombre que cumpla con sus obligaciones en relación a la manutención de sus hijos e hijas. Bajo esta premisa veía como día a día los precios de todos los productos y servicios aumentaban (y aumentan), por lo que tuve la firme convicción de tener un bebe pronto para que "no salíera más costoso".

Por su parte, mi esposa tenía sus propios proyectos como toda profesional. Trabajar, hacer postgrados, diplomados y viajar. Pero además de toda estas razones, perfectamente respetables, me comentó su miedo a tener un bebe y no poder cumplir sus metas en los tiempos que ella había estimado.

Un día, retomando el tema, me dijo: "pero si tengo un bebe: ¿qué dirá mi mamá?" En ese momento las tensiones se incrementaron. La rabía me dominó, pero luego entendí que su temor era legítimo y hasta cierto punto entendible. Temas como el sexo y la maternidad en muchas familias constituye un tabú, incluso se reprocha o discrimina a un hombre o mujer que tienen un embarazo no planificado o sin tener las "condiciones" para ello. Sin lugar a dudas, la forma como somos educados y formados en nuestra infancia y adolescencia tienen una influencia muy importante en nuestras relaciones de adulto.

Hablamos, discutimos, buscamos ayuda con amigos, profesiones, en fin. Hasta que un día decidimos no tocar el tema. Ciertamente fue un salida fácil pero para nada recomendable.

Un día por un control médico se le detectó a mi esposa un lesión en el útero que ameritó un procedimiento quirúrgico, que afortunadamente fue muy sencillo y sin ningún tipo de complicación. En fase de recuperación su doctora explicó que para evitar nuevas lesiones la solución era un embarazo.

¡Bingo! En ese momento se convenció de tener un bebe. Siempre he pensado que tengo un hijo gracias a la doctora. Mi esposa ciertamente superó sus temores y fue una madre ejemplar, incluso antes de concebirlo. Debo reconocer su valentía y amor incondicional no solo a nuestro hijo, sino a mí.

Todo este relato quiero finalizarlo explicando que la paternidad y maternidad conllevan a profundos cambios. La pareja se transforma en familia, lo que cual implica nuevas rutinas y planes. En mi experiencia considero que lo importante es superar nuestros propios miedos, prejuicios y dudas sobre la parternidad y maternidad. Hacer consciente los problemas, validar las emociones, conversar y buscar ayuda son las respuestas más adecuadas frente a situaciones similares.

Un hijo o hija implica nuevos retos y eso no significa renunciar a nuestros proyectos, todo lo contrario, se suma una nueva persona a ese transitar que llamamos vida. 

Carlos Trapani (@carlosmtrapani / carlosmtrapani@hotmail.com)

Los zapatos de Maurizio y los mios.




2 comentarios:

  1. Y es que los hijos, nos reflejan más de nosotros, para promover nuestro propio proceso de expansión de consciencia.

    La vida funciona ;-)

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